Un libro que retoma la emoción política de su poemario anterior y desde ahí se pregunta, responde, ensancha: busca la esperanza, con una extraña luz.De dónde venimos y dónde nos quedamos, quiénes nos precedieron y a quiénes precederemos, cómo pensamos los afectos ùy cómo los llevamos de la teoría a la prácticaù, todo cuanto hay en ello de ideológico. Estos rumbos, más el tiempo y el lugar, más los espacios en los que la vida ocurre, atraviesan Corrige los nombres. En varios sentidos, con varias trayectorias: por aquí pasa el tiempo que avanza o se detiene e incluso que mira atrás, según, y con él la conciencia de la muerte, la fragilidad y el envejecimiento. También en estos poemas se sitúa el tiempo en su circularidad, con la importancia de las estaciones ùel tiempo en el paisaje, en la sensaciónù y su desajuste, y se habla del presente, igual: con él las incertidumbres, los miedos, los conflictos. Y atraviesan Corrige los nombres el territorio, los detalles físicos y vitales que forjan la memoria: personas, plantas, árboles, animales, construcciones, máquinas. Estos poemas se emplazan, se sitúan: no quiere