¿Hasta dónde nos llevará el desarrollo técnico? ¿No existe el riesgo de que el ser humano quede obsoleto? Ante la creciente potencia y protagonismo de las máquinas, Samuel Butler dio la voz de alarma: o bien los hombres aceptan dejarse esclavizar por el progreso que ellos mismos han alentado y aceptan su condición de engranajes de una maquinaria en constante crecimiento, o bien recuperan el control de sus creaciones, se oponen a su desarrollo y destruyen a sus amos de acero.