La feliz recuperación de la obra dispersa de Paulino Viota, inaugurada en 2017 con La herencia del cine, dejó pendientes muchos textos valiosos que desde principios de los noventa del pasado siglo marcaron la gradual transformación del director de la mítica Contactos (1970), el cineasta del «ansia intacta y la esperanza extinta», en uno de los mejores docentes y teóricos que ha tenido España en lo que a los estudios cinematográficos se refiere, como demuestran los esclarecedores acercamientos que aquí dedica a autores tan queridos como Erice, Sternberg, Buñuel, Debord y García Pelayo, sin olvidar otros consagrados a sus irrenunciables Ford, Godard y Fellini.