Esta novela ahonda en la crisis de una mujer lesbiana, casada y con dos hijos, que creció con la idea de que familias como la suya no deberían existir. Una mujer, Silje Marie, que cuando llega el verano se encuentra consumida por las dudas y la vergüenza. Helene y los niños parten de vacaciones, y ella se queda ocupándose de la reforma de la casa familiar. Durante ese tiempo, sola, con el piso vacío y rodeada de cajas, siente una pérdida de sentido respecto a su pareja, pero también pavor a fracasar como madre y culpa: es innegable que no conecta con su hijo no biológico y, además, no puede quitarse de la cabeza la idea de que Henry y Olav quizá tengan un montón de hermanos biológicos desconocidos.