A las seis y cuarenta minutos de la madrugada del 24 de febrero de 1937, fueron fusilados en el cementerio de Palma, cuatro de las principales personalidades sociales y políticas de la Segunda República en Mallorca. Uno de ellos Emili Darder Cànaves. Médico, ex alcalde de Palma y en gran medida, responsable de las mejoras en la educación y la sanidad nunca logradas de manera tan efectiva en Mallorca, tuvo que ser sentado sobre una roca para poderlo ejecutar dado su delicado estado de salud. Su único delito: la fidelidad a la democracia y el deber cívico. Con aquellas cuatro balas, el nuevo régimen político surgido de la barbarie y respaldado por la ignorancia y la cobardía, ejecutaba además de a la democracia, la decencia humana. Seguro que Darder es uno de los personajes cuya dimensión intelectual y científica al servicio de la ciudadanía, más han marcado el devenir de la historia moderna de Mallorca.
