En la adolescencia, experimentar emociones fuertes es algo normal. No obstante, hoy en día los adolescentes también deben enfrentarse a la presión académica y a la de las redes sociales, a las preocupaciones sobre el futuro o a las inquietudes sobre su propia salud mental. Con todo esto, es fácil que ellos y sus padres se sientan ansiosos y abrumados. Pero no tiene por qué ser así.